Mucho ha cambiado en Brasil, y los cielos del país nunca volverán a ser los mismos.
Podemos asegurar que ese “país del futuro” –descrito primorosamente por el escritor austríaco Stefan Zweig– enfrentó con coraje grandes desafíos para modernizar su sistema aeroportuario y anticipar, en muchos años, el futuro con que todos soñaban.
Se libertó al país del atraso al que estaba subyugado mediante la adopción del Programa de Concesiones de Aeropuertos que, en poco más de cuatro años, con mucho esfuerzo e inversiones, hizo que Brasil avanzara rápidamente para exhibir hoy un moderno y eficiente sistema aeroportuario.
El cambio en el sector comenzó por escrito en 2010. En los años siguientes se hicieron las primeras licitaciones de aeropuertos para el sector privado: São Gonçalo do Amarante (RN), Aeropuerto Juscelino Kubitscheck (DF), Aeropuerto Internacional de Guarulhos (SP) y Aeropuerto Internacional de Viracopos (SP), seguidas, en una segunda fase, por las licitaciones de los aeropuertos do Galeão (RJ) y de COFINS (MG).
La realización de grandes eventos como la Jornada Mundial de la Juventud, la Copa de las Confederaciones, el Mundial de Fútbol, las Olimpíadas y las Paralímpiadas, impulsaron las obras a un ritmo acelerado, con una previsión de R$ 27 mil millones en inversiones, lo que, de hecho, ocurrió.
El Programa de concesiones avanzó nuevamente en 2017, con las licitaciones para los aeropuertos de Fortaleza (CE), Salvador (BA), Porto Alegre (RS) y Florianópolis (SC). Y ahora, en marzo de 2019, se abrirá la licitación, mediante el modelo de bloques de concesiones, para otros 12 aeropuertos.
La modernización de los aeropuertos privatizados se realizó meticulosamente. Un trabajo que dio lugar a la creación de miles de empleos y a la incorporación de novísimas tecnologías. Los objetivos centrales de la remodelación fueron la mejora de la atención y de la seguridad en los aeropuertos y en el espacio aéreo.
Las nuevas terminales, construidas en tiempo record, ahora tienen puentes de embarque mejores, feeds de información más modernos, esteras más eficientes, nuevos ascensores y escaleras mecánicas y ómnibus confortables para transporte interno de los pasajeros.
Asimismo, se ampliaron las áreas de movimiento de aeronaves con más posiciones para su desplazamiento y, en algunos aeropuertos, se construyeron nuevas pistas de despegue y aterrizaje.
Para aumentar el confort del usuario, los concesionarios instalaron nuevas tiendas comerciales y duty-free que hoy cuentan con una amplia gama de productos y servicios. Los estacionamientos destinados a los usuarios se ampliaron y, para mayor comodidad de los pasajeros en tránsito, se edificaron nuevos hoteles y salas VIP en las terminales.
Esta reforma general hizo que la aviación brasileña fuera mucho más puntual. Redujo el tiempo de embarque y desembarque. Disminuyó el tiempo de filas en la aduana y en la inmigración. Aumentó la velocidad de restitución de equipaje. Y mejoró mucho la calidad de los servicios prestados en los aeropuertos.
La percepción del consumidor se modificó significativamente y con ella la evaluación realizada por la Secretaria de la Aviación Civil mediante encuestas de satisfacción del usuario, cuya clasificación –que varía de 0 a 5– fue de un promedio de 3,75 en 2013, a 4,43 a fines de 2018.
En virtud de ese amplio proceso de modernización, los aeropuertos privatizados se han clasificados en las encuestas como unos de los mejores en su categoría en el país y en América Latina.
La mejora del ambiente de negocios, la diversidad cultural, aliada a las riquezas y bellezas naturales y al clima ameno, la cordialidad de los ciudadanos y la infraestructura existente para recibir visitantes son fuertes atractivos para el aumento significativo del turismo en el país en los próximos años.
Por los aeropuertos brasileños pasaron en 2018 casi 216 millones de pasajeros, la mayoría turistas. Durante los próximos 20 años, se estima que la demanda llegará a más de 400 millones de pasajeros por año y, en un escenario más optimista, podría alcanzar los 700 millones anuales.
Esta es la apuesta de la Asociación Nacional de las Empresas Administradoras de Aeropuertos (ANEAA), que congrega entre sus asociados los seis primeros aeropuertos privatizados, hoy premiados y reconocidos entre los mejores del país, pero que siguen invirtiendo enfocados a la Visión de Futuro.