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¿Realmente sería la pandemia el mayor desafío para el sector de viajes y turismo?

El 18 de octubre de 2019 (hace 1 año) escribí un artículo para este mismo blog sobre los incendios en la Amazonía -que en su momento fueron en noticia en todo el mundo- y su relación con la actividad turística. En ese artículo intenté demostrar que efectivamente  el turismo es una estrategia de conservación ambiental que podría tomarse como un camino hacia la sostenibilidad económica en áreas de interés nacional y mundial.

Un año después, los incendios en el Pantanal, bioma brasileño más pequeño pero más rico en términos de biodiversidad, aumentaron un 210% en comparación con 2019, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales – INPE. Esta es un área visitada por viajeros de todo el mundo y uno de los hotspots más importantes para la observación de la vida silvestre en el planeta.
En un año en el que tenemos el reto de afrontar una ‘perfecta tempestad’ con los efectos de la pandemia de COVID-19, el escenario no podría ser más desastroso, sin embargo, la fuerte reanudación del turismo interno en Brasil parece ser un estímulo para los diversos atractivos de la región, que ya prevén para 2021 un gran incremento en la demanda de viajes al Pantanal.

Pero me gustaría dedicar este espacio a las mismas reflexiones hechas hace un año: ¿qué tenemos que ver nosotros, del sector de viajes y turismo, con la gran crisis socioambiental que se extiende por Brasil y el mundo?

Si bien nuestro enfoque se ha centrado en la supervivencia financiera a corto plazo con el caos global causado por la pandemia, estamos dejando de lado la principal amenaza para el turismo en un plazo igualmente corto: los cambios climáticos ya están provocando daños en los destinos turísticos en los que operamos, especialmente aquellos que dependen de los recursos naturales para atraer visitantes, como las áreas de conservación ambiental y la costa.

Ocupar áreas consideradas remotas y de alto valor ambiental y cultural con prácticas de turismo responsable es, de hecho, una forma de controlar impactos no deseados y construir un camino sostenible para el propio sector a largo plazo. Mirar el presente inmediato y hacer caso omiso del corto futuro me parece una forma de posponer la muerte innecesaria de los destinos que tanto amamos.

Me parece irresponsable, por ejemplo, la práctica (¡y promoción!) de los medios de hospedaje de simplemente plastificar absolutamente todo en los alojamientos, desde almohadas y ropa de cama hasta un pote de yogur, que ya viene en un plástico desechable. Si un resort, hotel o posada están junto al mar, las posibilidades de que ese plástico llegue a los océanos y colabore con los más de 8 millones de metros cúbicos de este material que llegan anualmente a las aguas son altas. No necesitamos argumentar mucho para convencernos de que la cuenta de este desastre ambiental llegará a la arena de las playas.

Últimamente, las tendencias en torno al turismo regenerativo están ganando impulso, inclusive bien explicadas por Jeremy Smith  en un artículo reciente para este mismo blog y también por Ana Duek del Viajar Verde (blog brasileño ganador de los WTM International Travel & Tourism Awards de 2018). ¡Trabajar para que el viajero deje un destino mejor que el que encontró puede ser el camino para que nuestra industria posponga el fin de nuestro propio mundo!

La toma de responsabilidad será del viajero, eligiendo proveedores de servicios que sean responsables de los impactos que causan en los destinos, pero las soluciones deben venir de usted que está leyendo este artículo: depende de nosotros, agentes de viajes, turoperadores, propietarios y gerentes de medios de hospedaje y atracciones turísticas, y organizadores de eventos brindar a nuestros clientes alternativas sostenibles.

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no necesariamente reflejan la posición de WTM Latin America.

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